miércoles, 27 de marzo de 2013

DIFERENCIAS ENTRE GESTIÓN Y LIDERAZGO

En la toma de decisiones, el líder es hoy un agente multidireccional que debe tratar con cuatro grupos: sus superiores o equipo directivo, sus empleados o subordinados en la empresa, las fuerzas externas, como clientes y/o proveedores, y los medios de comunicación, prensa, radio, internet, etc...

Hoy día la mayoría de los líderes no responde a su función ni ejerce el liderazgo. Uno de los motivos es la idea equivocada que muchos tenemos sobre el liderazgo. Liderar no es gestionar, la diferencia entre estos dos conceptos es crucial. He conocido algunas organizaciones excelentemente gestionadas, pero muy mal lideradas. Gestionan muy bien las tareas cotidianas, pero no se preguntan si son realmente necesarias o convenientes; Obviamente y por desgracia también he conocido la situación contraria. Según el diccionario, liderar es ir por delante, mostrar el camino, influir o inducir a los otros, marcar la dirección, la actuación y la opinión. En cambio gestionar, significa realizar, conseguir, encargarse o responsabilizarse de algo, dirigir. La diferencia entre estas dos funciones puede resumirse como la contraposición entre actividades de visión y análisis frente a actividades de eficiencia.

Un líder es alguien que, entre otras cosas, es capaz de influir sobre las personas. Es capaz de convencerlas y dirigirlas hacia unas metas establecidas. Para ello, el líder crea contextos, inventa el futuro y moviliza a los seguidores hacia su consecución. Las decisiones del líder afectan a los miembros de los cuatro grupos anteriores, pero las decisiones y acciones de éstos le afectarán también a él.

Hoy día hay que tener valor para desarrollar una visión de futuro tomarse el tiempo y realizar el esfuerzo que sea necesario para liderar el camino presentando una perspectiva, una alternativa o una elección. Debe poder asumir riesgos, hacer frente a sus errores sin miedos "creando peligrosamente", usar plenamente su creatividad y animar a los demás a hacer otro tanto.

Los líderes están constantemente haciendo preguntas y consultas, pidiendo cosas, yendo de aquí para allá, apagando fuegos, huyendo del calor o - con mayor frecuencia - quemándose y gastando demasiada energía en ambas cosas. Esto se debe, principalmente, a la enorme dimensión de nuestras organizaciones y al gigantesco exceso de trabajo que pesa sobre todo líder, por muy pequeña que sea la empresa o negocio.

Al final, se rinden, se queman, deciden apartarse. Algunos leen economía budista, escuchan a profetas de la descentralización y, después, se dedican a crear nuevas burocracias para erradicar las anteriores. Motivan a las personas mediante el miedo, siguiendo cuidadosamente las "tendencias" o adaptando una postura cínica del tipo "aceptémoslo". Y lo peor de todo es que están asustados.

Es la última ironía: precisamente en el momento en el que la credibilidad de nuestros líderes está en su punto más bajo y cuando los que aún sobrevivimos nos sentimos más inhibidos para asumir más retos, es cuando más necesitamos personas capaces de configurar nuestro futuro, no simplemente de gestionar el día a día de cualquier organización.